¡La culpa es de la mamá!

Esas mamás entregadas, presentes en la vida de sus hijos. Esas que llegan a tener la culpa de todo.

Son culpables de estar llenas de estrías y cicatrices, porque entregaron su cuerpo para el delicado crecimiento y el increíble nacimiento de un ser humano.

Son culpables de no compartir lo suficiente con sus hijos por tener uno, dos o hasta tres trabajos para poder proveer para ellos.

Son culpables de no tener trabajo porque su hijo tiene una necesidad especial que solo mamá sabe cómo tratar y cuidar.

Son culpables de sacar una carrera profesional y que el niño quede al cuidado de otra persona, porque desean desarrollarse como profesionales y darles un mejor futuro.

Son culpables de no tener una carrera profesional porque no tienen tiempo de estudiar por estar pendientes del hogar y de los hijos.

Son culpables de tener una casa desordenada por permitir que sus hijos jueguen y se expresen con libertad.

Son culpables de que sus hijos sean tan apegados a la abuela, porque estaban con ella mientras mamá tenía que trabajar.

Son culpables de que sus hijos sean tan apegados a mamá porque fue su mejor amiga desde que tienen memoria.

Son culpables de que sus hijos no saquen buenas calificaciones, sin tener ellas mismas una educación escolar completa.

Son culpables, sí.

De sus caídas, sus golpes, sus malas notas, sus berrinches, sus faltas de respeto, sus desordenes, sus desamores.

Pero también son culpables de sus sonrisas, sus primeros pasos, sus primeras palabras, su sana alimentación, su buena educación, sus abrazos, sus triunfos, sus carreras, sus palabras de amor, su vida entera.

Una mamá tiene la culpa de todo, porque está presente en la vida de sus hijos desde antes de llegar a este mundo, está presente siempre, incluso cuando no está junto a ellos.

 Porque todo lo que hacen es por y para ellos, desde el momento en que saben que existen dentro de su cuerpo hasta el último día de sus vidas.

¡Gracias mamás por ser las culpables, porque sin su amor incondicional, cuidados y enseñanzas nada sería igual!

Autora: Fany García.

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